Chari Claro, emprendedora del Aljarafe-Doñana: “Las mujeres rurales somos valiosas. Hemos tenido que luchar mucho”

Esta emprendedora rural ha contado con el apoyo y asesoramiento del Grupo de Desarrollo Rural Aljarafe-Doñana


Chari Claro, emprendedora del Aljarafe-Doñana: “Las mujeres rurales somos valiosas. Hemos tenido que luchar mucho”

Chari Claro Contreras es un ejemplo de la fortaleza y determinación que habita en las mujeres emprendedoras del medio rural. Hace 17 años, aprovechando la bonanza del sector de la construcción y una durísima crisis matrimonial, montó su propia empresa de limpieza, dejando atrás la precariedad del campo y la limpieza en casas por horas y una vida familiar que la “estaba matando”. 

Comenzó ofreciendo los servicios de su empresa a pie de obra, “peleando” hasta la extenuación para que la tomaran en serio en un sector especialmente masculinizado en aquellos años.  Pero como el bambú, una metáfora que le tomamos prestada, supo mantenerse a flote y crecer, moviéndose para sortear las ventiscas, muchas relacionadas con los obstáculos añadidos que encuentran las empresarias rurales por su condición de femenina. 

 Ahora estás al frente de dos importantes proyectos empresariales. Pero, ¿cómo fueron los inicios?, ¿por qué decidiste emprender? Todo empezó hace 17 años. Trabajaba en el campo y limpiando casas por horas. A nivel familiar no estaba pasando un buen momento. Mi matrimonio me estaba matando, y lo único que se me ocurrió fue ponerme a estudiar. Algo en mi interior me decía que me formara. Las personas para las que trabajaba en las casas fueron mi espejo, me sirvieron para darme cuenta de la vida que quería, y también fueron quienes me animaron a emprender. Me fui a la agente de desarrollo local de Almensilla, me hizo un estudio de viabilidad, y me dijo que mi proyecto era viable. Me di de alta como autónoma y me fui a las obras a ofrecer los servicios de mi empresa. En aquella época no sabía ni hacer una factura. A veces me pregunto de dónde ha salido esa sabiduría mía que me ha hecho llegar donde he llegado.

¿Cómo crees que tu experiencia puede servir a otras mujeres del medio rural? Las mujeres rurales somos muy valiosas, más de lo que imaginamos. Hemos tenido que luchar mucho, en el campo, en las casas, en la familia… y todo eso es un aprendizaje que se puede aplicar a nivel profesional. Somos auténticas leonas. Y si a esa lucha le añades episodios de violencia de género, como fue mi caso, eres una superviviente. Llevar una empresa es como llevar tu casa, pero a gran escala. Es muy importante la formación constante, y aprender de otros empresarios y empresarias. Yo aplico muchos conocimientos que me llegan. La emprendedora que crea que lo sabe todo está muerta. 

¿Qué consejos darías a las mujeres que estén pensando en emprender? Si tienen claro lo que quieren emprender y dan el paso, les aconsejo que no tiren la toalla. Esto es como el bambú, si tiene que tardar mucho la raíz en crecer hacia abajo, no tires la toalla… muévete, lucha, busca. Tampoco se trata de quedarte en tu casa, nada viene regalado; pero hay que ser constante y no desesperarse. Trabajar, trabajar, formarte, contactar, ser optimista y pensar que mañana te va a llegar lo que necesitas. Yo siempre pienso que van a surgirme nuevas oportunidades. Y hay días de llorar, pero se llora y se sigue.

El Grupo de Desarrollo Rural ha sido un punto de encuentro y formación muy importante

¿Tienen las mujeres un talento especial para el emprendimiento? Llevamos nuestra economía, nuestras casas y nuestras historias, que es lo mismo que llevarlo a otra escala, a lo profesional. A lo mejor cuando te pones a montar algo no tienes esas palabras técnicas de alguien que acaba de hacer gestión y dirección de empresas, pero sabemos hacerlo. Hay que formarse todo lo que se pueda, pero ya innato tenemos una sabiduría, unas vivencias, una paciencia y mucha fuerza. Si parimos… esto es parir un negocio.

¿Cómo ha sido tu trayectoria empresarial? Comencé montando una empresa de servicios de limpieza (Multiservicios Diclar) y hace unos años creé otra de servicios integrales (Claro Diversidad), de mantenimiento, control de acceso, jardinería y ahora también somos la delegación en Sevilla de una empresa nacional de destrucción de documentos. Tengo muchas personas con otras capacidades trabajando conmigo e incluso he intentado ser centro de empleo, pero es muy difícil, aunque colaboro con la Fundación Randstad en Sevilla para favorecer la integración de este colectivo. Tenía que pensar en un trabajo recurrente para no estar continuamente buscando, y en el mantenimiento de las comunidades lo he encontrado. Durante la pandemia nuestro trabajo fue esencial.

Te has encontrado obstáculos añadidos en el camino por ser mujer?  Los más grandes los encontré cuando comenzaba con las constructoras, que era un mundo de hombres. No me tomaban en serio, se chuleaban de mí, y eso es algo que he tenido que pelear. Han querido hacer negocio conmigo invitándome a cenar, y siempre he respondido que no. Tengo varias experiencias desagradables en ese sentido. Entraba por las obras y me gritaban: “ahí viene la rubia”. He tenido que ir batallando con eso, y también me han acosado a trabajadoras, y lo he atajado rápido. No permito que acosen a un compañero o compañera, aunque me cueste el cliente, que no fue el caso. Afortunadamente, cada vez se dan menos este tipo de episodios. También he percibido que me infravaloraban por el tipo de servicios que ofrecemos en la empresa.

Visibilidad y orgullo de pueblo

¿Qué aporta tu proyecto empresarial a Almensilla y la comarca? Especialmente visibilidad, y orgullo de pueblo. A mí me ha abierto muchas puertas ser mujer empresaria rural, especialmente por el valor que se le ha dado fuera. Me muevo mucho, principalmente a nivel provincial, y se nota mucho mi acento. Reivindico ser de mi pueblo, aunque es verdad que en la propia Almensilla no se le da valor a lo que he montado.

Emprendedoras rurales

¿Qué consejos prácticos darías a otras emprendedoras rurales? Que hagan red con otras mujeres. Tenemos que apoyarnos. Es algo que desde el principio vi. Para mí ADAD también fue un sitio de encuentro y formación muy importante. Gran parte de mi empuje lo encontré en el Grupo de Desarrollo Rural Aljarafe-Doñana. Fueron unos años magníficos. Habría que recuperar esa dinamización para potenciar la participación de la población, y especialmente de las mujeres, en el desarrollo rural de nuestros pueblos. Los pueblos están llenos de gente que no participa en nada. Diversificar la actividad empresarial también es muy importante. No se pueden poner todos los huevos en el mismo canasto.

Proyecto “Mentoring: apoyo al emprendimiento femenino” del Grupo de Desarrollo Rural Aljarafe-Doñana  (ADAD), subvencionado por el FEADER de la Unión Europea y la Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía.

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